En la vasta extensión del mundo digital, Dave tropezó con el perfil de Russel en Dating.com. Intrigado por la cautivadora sonrisa en su foto de perfil, se armó de valor y le envió un mensaje. Russel, a quien le sorprendió gratamente cómo se le presentó Dave, le respondió con el mismo entusiasmo. Sus conversaciones en línea se alargaban hasta bien entrada la noche, y estaban llenas de risas y confesiones sinceras. Con el deseo de llevar su conexión al siguiente nivel, Dave propuso a Russel una cita virtual por videollamada, a lo que Russel accedió con entusiasmo. Su cita virtual se convirtió en horas de conversación cautivadora, lo que consolidó aún más el vínculo entre ambos. A pesar de la distancia física que los separaba, Dave y Russel encontraron consuelo en la compañía virtual del otro, y aprendieron a sortear las complejidades del amor a distancia con una dedicación inquebrantable. Finalmente, tras meses de preparativos, quedaron para verse en persona, y a los dos les temblaba el pulso de entusiasmo y nerviosismo a partes iguales ante la perspectiva de abrazarse por fin en el mundo real. Cuando se miraron por primera vez a los ojos, las chispas que encendieron su amor en Internet estallaron en una llamarada de pasión, lo que grabó a fuego su experiencia como una historia de amor que surgió en la era digital, pero tan atemporal como cualquier romance tradicional.